La muchacha percibió que algo o alguien se acercaba y acalló la música por unos instantes para prestar más atención.
Ella se llamaba Rea. Vivía junto a su abuelo Numitor, desde hacía años en aquella pequeña cabaña medio escondida en el bosque.
-¿Quien anda ahí?- dijo Rea.
Lurkus sólo se la quedó mirando escondido tras los matorrales. Sabía que la conocía de alguna parte. Sus sentidos así se lo indicaban. Pero no lograba recordar.
-¿Eres tu?-. Volvió a preguntar Rea, acercándose cada vez más hacia donde estaba escondido Lurkus.
Él no entendía por qué no sentía miedo. Su voz le provocaba calma y serenidad. Lurkus cerró los ojos tratando de recordarla.
-¡¡¡Te encontré!!!!- Gritó Rea, asustando a Lurkus y haciendo que este huyera despavorido.
Rea se dió cuenta que no era el lobo que ella había pensado. Ese aquel con el que solía jugar desde que era niña y también se asustó al ver que era un chico como ella.
-Que raro- dijo Rea- Olía a él... a "mi lobito"-.
Así le llamaba ella cariñosamente a Lurkus. A él gustaba ese nombre por lo que solía jugar echándose de espaldas con las patas para arriba para que ella le siguiera llamando asi, "mi lobito".
Al oir estas palabras Lurkus detuvo su huida y se volvió para nuevamente observar a la muchacha. Esta vez comenzó a recordar.
-¡¡¡Es ella!!! - dijo- ¡¡¡¿¿Por qué no la reconocí??!!!. -
Lurkus comenzó a recordar sus juegos y aventuras vividas junto a Rina desde que él era un cachorro y ella una niña pequeña.
Se acercó lentamente pensando:
-No me reconocerá. Ahora soy como ellos. ¿Como me veré?. ¿Se asustará?. No quiero que huya de mi.
Al fin Rea, quien ya se disponía a marcharse y volver a su casa, percibe que Lurkus ha regresado y se voltea para verlo.
El y ella se acercan lentamente y sin darse cuenta ambos comienzan a observarse extrañados y curiosos.
En el fondo sabían quien era cada cual pero Rea no lograba comprender qué podría haber pasado.
Ahora, su único amigo, era como ella, un humano.
Rea tomó las manos de Lurkus casi temblando, acarició su rostro y mirándolo fijamente le dijo:
-¿Eres tu cierto?. ¿Mi lobito?.
A Lurkus pareció saltarle el corazón de alegría y lo único que atinó a hacer fue a tirarse al suelo de espaldas con los pies y los brazos hacia arriba.
Rea comenzó a reír a carcajadas. Se tapó la boca con sus manos y luego se puso a llorar.
Lurkus se levantó del suelo de inmediato y le tomó los brazos. Su instinto le decía que debía abrazarla pero tuvo miedo. Sólo la observaba.
-No me temas por favor, soy yo. Y si, soy aquel lobito. Pero mi nombre es Lurkus y necesito que nos ayudes por favor.