Los lobos que perseguían al anciano lograron por fin atraparlo y estaban a punto de matarlo cuando Remy les da la orden de que se alejaran de ellos.
-Abuelo?
-Remy?.... ¡¡Remy hijo mío!!!.. ¡¡Pensé que habías muerto!!!... ¿¿Dónde te habías metido??!!
El anciano abrazó llorando al asistente del doctor Luna mientras todos ahí observan atónitos la escena.
-Abuelo, tu me habías dicho que mi hermano había muerto junto con mi padre. -Dijo Rea muy asustada aun.
-Si hija mía, eso es lo que yo ví. Los humanos se lo llevaron a él y a tu padre y nunca más volvimos a saber de ellos.
-Abuelo!!. Me dijeron que los lobos te habían matado a ti y a toda mi familia. Me dijeron que eran todos una raza mala que debía ser castigada. - exclamó con lágrimas en los ojos Remy abrazando a su pequeña familia.
El doctor Luna no sabía lo que estaba sucediendo dentro de la cueva y sólo continuaba ciegamente haciendo que los animales y mutantes y otras razas y especies subieran en la gran nave.
Lurkus continuaba luchando con los lobos antárticos hasta que desde un rincón en la oscuridad saltó sobre él uno de ellos. Comenzaron una gran pelea. Lurkus sabía que aquel que estaba tratando de matarlo era su padre y se rehusó a defenderse. Lloraba mientras trataba de ver si él pudiera llegar a reconocerlo, pero el lobo ferozmente lo atacaba una y otra y otra vez, mordiéndolo y sacándole pedazos de piel.
Los demás animales al verlo casi muerto corrieron en su ayuda. El elefante logró alzarlo de una gran patada en el trasero tirándolo lejos. Luego se dirigió corriendo hacia él para aplastarlo pero Lurkus desde el suelo le gritó que no lo hiciera.
-No!!! por favor.. Él es mi padre- dijo soltando un suspiro y desmayándose de dolor y cansancio.
El padre de Lurkus sintió que algo se removía en su interior en el momento que otra gran luz inundaba el lugar. Era una gran nave. Muchísimo más grande y superior en tecnología que la que manejaba el doctor Luna.
Se posicionó sobre la cueva y un gran rayo bajó desde el centro de ella.
El padre de Lurkus no lograba entender qué sucedía. Su instinto le decía que debía llegar hasta donde estaba aquel igual a él que había maltratado tanto casi dejandolo moribundo. El elefante lo dejó acercarse, los demás lobos antárticos quedaron quietos cuando llegó la gran nave. Sólo Lugh se movía rapido para alcanzar a su hijo.
-Papá- dijo Lurkus con un hilo de voz.
-Hijo, si soy yo. Perdóname por favor.. No se que me pasa. Qué ha sucedido.. yo no..
-No te preocupes padre estás de vuelta- Lurkus tomó el rostro de su padre, le sonrió y nuevamente perdió la conciencia.
Los leones rojizos y negros le explicaron rápidamente que debían llegar hasta la gran nave o si no todos perecerían en aquel lugar.
Lugh, el padre de Lurkus, lo alzó en sus brazos y dando grandes pasos alcanzó a llegar al lugar.
Había un gran desconcierto y alboroto. Luna huía hacia la nave junto con muchos de sus seguidores pero León junto a otros le impidieron el paso.
-No vas a ningún lado - exclamó León- Debes rendir cuentas a tus superiores.
-¡¡Yo no le rindo cuentas a nadie!!! - Dijo con desdén el doctor Luna, intentando zafarse de quienes lo tenían tomado de los brazos pero sin tocarlo.
-Se te dió un don y no lo supiste usar para hacer el bien- Dijo uno de los "seres"
-Me dejaron aquí y me dieron libre albedrío. Asi que ¡¡¡yo podía hacer lo que quisiera!!! -replicó Luna furioso.
-El libre albedrío es una ley de correspondencia. Si lo ocupas en bienestar y bondad se te devolverá bienestar y bondad pero tu lo ocupaste para tu propio beneficio, egoismo y maldad y ¡¡¡eso es lo que obtendrás a cambio!!!- Volvió a decir la voz del "ser" luminoso que acompañaba al doctor Cano.
En ese instante él junto a los seres luminosos desaparecieron del lugar dejando un haz de luz en su recorrido.
-Ayudenme por favor!!!- Gritó Lugh al llegar al lugar
-Hijo!!, hijo!! - Se acercaba la madre de Lurkus corriendo hacia el y llorando de angustia.
-Drea?- se preguntó Lugh al verla llegar desconsolada
Drea no paraba de llorar al ver llegar su pequeño hijo casi muriendo
-¿Drea eres tu?- volvió a decir Lugh intrigado por su reciente recuperación de la memoria
-Lugh? - al fin Drea levantaba la mirada para ver quien la había reconocido- Lugh!!!. No estas muerto!!!, no estás muerto!!- Repetía sin cesar ella intentando abrazar a ambos hombres lobo.
Numitor veía emocionado esta escena cuando desde la cueva seguían saliendo más y más anímales y razas y especies que salvar. Entre ellos, a su querida nieta Rea y a su hermano Remy. El anciano lobo se sintió complacido pero temía por la vida de Lurkus y de todos los que ahí estaban ya que si había llegado la gran nave era porque el planeta ya no sobreviviría y estaría a poco de extinguirse.
Numitor logró encontrar entre el tumulto a León y le expresó su preocupación
-Por qué se demoraron tanto amigo? - preguntó Numitor
-Disculpa, estaba tratando de reunir a los de mi especie para que también logren salvarse del desastre.
-Lo lograste?
-Mi raza es muy extraña viejo amigo. Pocos acudieron al llamado. Muchos prefieren quedarse y creer que con el dinero y el poder lo tienen todo arreglado. Eso es lo que Ellos vienen a hacernos ver. Que nada de eso es importante. Aqui estoy viendo vida, amor, cariño, compañerismo, lealtad, amistad; características que lamentablemente entre los humanos no son demasiado frecuentes.
-Entonces... Perecerán?- Preguntó Numitor
-Lamento decir que si. - suspiró León mirando hacia el cielo- Hice lo que pude. Los que tuvieron oido, oyeron y están ahi arriba de esa nave que nos llevará a un mejor lugar.
-Lurkus estará bien?- preguntó angustiado el anciano observando la escena de la pequeña familia alrededor del cuerpo herido del pequeño lobo - Fue valiente y feroz en la batalla. Si no hubiese sido por él tal vez todos estaríamos muertos o peor aun, a merced de los experimentos y atrocidades del doctor Luna.
-Estará bien amigo. - dijo León- Ahora ya todo terminó. ¡¡¡Toooooodos a boooooordo!! - Exclamó feliz León tratando de ordenarlos a todos para subirlos a la gran nave.
Los padre de Lurkus lo tomaron entre sus brazos y mientras se acercaban a la nave miles de aplausos y gritos de aprobación y felicidad los rodearon haciendo que se sintieran muy orgullosos de su pequeño hijo.
Rea y su hermano iban tras ellos. Rea alcanzó a tomar la mano de Lurkus y éste sintió que una fuerte conexión ya existía entre ellos, lo que lo hizo llenarse de fuerzas abrir los ojos y brindarle una hermosa sonrisa a ella y a sus padres.
Numitor y Lugh lo seguían más atras, cerrando la gran caravana de animales y todo tipo de razas y especies que alguna vez existieron en el planeta tierra y otras tantas que fueron creadas durante todo lo que duró este gran experimento sostenido por las fuerzas oscuras del universo. Las que sólo deseaban destrucción, dolor y muerte.
-Abuelo... me podrás perdonar por todo lo que hice? - Pregunto Lugh
-Pero hijo!!. Tu no hiciste nada. Sólo eres una víctima más en todo esta historia- Respondió Numitor tomándolo de un brazo para apoyarse en él.
-¿No tienes miedo de que pueda volver a traicionarlos?
-¿Tienes miedo tu? -Devolvió la pregunta Numitor
-Si abuelo, tengo miedo. Luna va en esta misma nave. Me conoce. Sabe de mis debilidades. Temo caer bajo su dominio. !!Abuelo ayúdame!!! -Suplicó Lugh llorando casi al llegar a la entrada de la nave.
-Solo tu te conoces bien hijo mio. Sólo tu sabes cuales son tus fortalezas. Y ahora que sabes la verdad. Nada ni nadie podría engañarte. La verdad te ha hecho libre hijo, ahora depende sólo de ti continuar siéndolo.
En algun rincón de la nave Lurkus y Rea observan desde una pequeña ventana como casi en lo que dura un pestañeo se alejaron del planeta. Una vez estando tan lejos que ya era imposible divisar lo que había sido su hogar por generaciones, vieron que una gran y silenciosa luz inundaba un extremo de la galaxia y tan pronto como iluminó un breve espacio de ésta se extinguió para volverlo todo oscuro y profundo nuevamente.
El planeta tierra había desaparecido para siempre porque simplemente no lo supimos cuidar ni respetar.