-¡Rápido!- llegó gritando León - debemos apurarnos. ¡¡Nos descubrieron!!
-¿Qué sucede? - preguntó impaciente Mina
-Me siguieron y lograron dar con la entrada. Si no nos apuramos todos morirán-respondió León
-¿¡Quienes son todos?! - preguntó Xavier
-Los lobos, los mutantes, nuestra monstruosas creaciones. Debemos salvarlos. Ellos no tienen la culpa de nada.
Todos se miraban entre si y no entendían lo que pasaba. Decidieron seguir los pasos del Dr. Cano y ver que sucedía.
Iban corriendo entre los pasillos de la base que en cada vuelta que daban se hacían más pequeños y lúgubres.
-¿Donde nos llevas? - preguntó Mina, pero León no respondió
Pronto se vieron dentro de algo parecido a una nave. Había algo que no lograban comprender. Lo sentían, presentían que hasta podrían palparlo pero todo ahí dentro era sólo luz y calor.
-¿Donde estamos? - dijo Xavier
-Con amigos - respondió Cano
-No los veo - dijo Mina casi en un susurro
-Ya los verás - respondió Cano tomándola del brazo - ven, acompáñame
Ella y él caminaron lento por sobre un piso que parecía no ser de material solido.
-¿Estamos flotando? - preguntó Mina
-Lo estamos - respondió Cano mirándola con dulzura
Luego un chispazo de electricidad la hizo voltearse sobre su derecha y por fin los vio. Eran muchos, tal vez miles de seres. Mina no lograba entender aun lo que sus ojos veían.
Una figura muy alta, rodeada de luz se les acercó suavemente. Debía medir al menos unos 3 metros. No parecía humano aunque tenía cuerpo, brazos, tal vez unas piernas pero no se les podían ver. Su cabeza era alargada pero no deforme y lo más increíble eran sus ojos. Estos eran muy grandes e intensamente azules. A pesar de lo inquietante de la situación ni ella ni el resto de sus compañeros tuvieron miedo.
-Gabriel... encont....
-Lo sabemos - respondió el ser
-¡¡Como los salvaremos ahora!!
-Ya estamos en camino querido amigo. Todos serán salvados. Ven conmigo. Te llevaremos adonde ellos para que los guíes hacia nosotros.
Mina decidió interpretar aquella imagen como la de los llamados ángeles de la antigüedad - ¿No era ese el nombre del que anunció la llegada de Jesus? - pensó Mina mientras escuchaba dentro de su cabeza la voz del ser. Era tan dulce y tranquilizadora que solo le provocaba sentir paz y amor.
-Pero ¿qué haremos con el resto. Con mi raza. Con los humanos? - preguntó algo angustiado Cano
-Tus amigos que te acompañan vendrán ahora con nosotros. Por eso no debes preocuparte - respondió Gabriel
-¿Y el resto?. Los que aun permanecen en la base. Los que viven afuera. No puedo permitir que todos perezcan. Somos su obra... ¡¡Su creación!! ¡¡Gabriel por favor haz algo por todos ellos!! - suplicó Cano desesperado.
Luego de un eterno silencio otro ser iluminado se les acercó. Se trataba de uno que producía aun más luz a su alrededor que el mismo Gabriel e incluso parecía ser un poco más alto. Pero lo que mas llamó la atención de todos era la inmensa calma que les rodeó con su llegada. Creyeron que aquella sensación debía ser la que se tiene cuando se está en el vientre de la madre. Serenidad, paz y un amor infinito.
-Hijos, no podemos salvarlos a todos. Muchos... lamentablemente perecerán, pero recuerden que vuestra alma es inmortal. Su paso por esta vida es temporal. Ahora les toca ascender. Los que están preparados están ahora aquí y en otros lugares del planeta, listos para dar el siguiente paso. Los que aun no, deberán seguir aprendiendo a vivir, a conocer, a amar.
-¿Qué significa eso? - preguntó Mina - ¿Es que ya todo acabó para los demás?
-No hija. Nada ha acabado. Todo vuelve a comenzar. Es como cuando ustedes salieron del hogar de sus padres. Crecieron y se independizaron. Ahora necesitan un espacio propio para seguir su camino. Pero hay otros que al igual que muchos de ustedes también crecieron pero aun no logran independizarse de sus padres y necesitan seguir tomados de la mano de ellos para aprender y avanzar.
-¿Eres Jesús? - preguntó Xavier sin abrir la boca
-Así fui llamado por ustedes - dijo, para luego desaparecer brindándoles una bella sonrisa.
-Debo ir con ellos. Ustedes estarán bien - dijo Cano mirando dulcemente a Mina
-¿Puedo ir contigo? - preguntó ella
-No. No puedes. Esto debo hacerlo solo. Se los debo. Yo inicié todo esto. Yo debo terminarlo.