viernes, 27 de agosto de 2010

9.- LA AYUDA VENDRÁ DEL CIELO

Al despertar, Lurkus se da cuenta que Numitor está cerca y decide ir a hablar con él.

-Hola hijo -exclama Numitor- ¿cómo has dormido?
-Hola abuelo... ejem.. perdón, ¿puedo llamarlo abuelo?
-Pero por supuesto!!!.. jajaja... Siempre quise tener un nieto macho... perdón ¿Debiera decir hombre?... Ya no se como expresarme. Hace tantos años que llevo viviendo esta vida que debería ya haberme acostumbrado no crees?-.

Lurkus le sonríe intrigado.

-¿Usted cree que pueda llegar a tiempo para rescatar a mi padre?- preguntó al fin
-No lo sé hijo. Tantos lo han intentado pero luego no los volví a ver nunca más. Ellos son muy poderosos ¿sabes?
-Pero ¡¿cómo!? si yo pude escapar ¿¿¡¡¡por qué no otros también pudieron hacerlo?!!.
-Los hubo, hijo, si que los hubo, y fueron tras los suyos... Pero nunca más supe que sucedió con ellos.- Dijo lamentándose Numitor y acercándose a la cascada para refrescar sus blancos cabellos.

Lurkus ya no aguantó más su pena. Comenzó a llorar bajito para que nadie lo oyera. Buscó refugio en las aguas de aquel riachuelo y sumergió su cuerpo en ellas para que asi nadie notara sus lágrimas ni su dolor.

De repente detrás de las gran cascada aparece el doctor León un tanto agitado y parecía que buscaba entre los árboles algo o a alguien.

-¡¡Numitor!!- Exclamó al fin Leon
-¡¡Amigo!!- respondió desde lejos el abuelo de Rea.
-Numitor, al fin lo encuentro, tengo muy buenas noticias para usted

Lurkus alcanzó a oír esto desde el agua y de un gran salto llegó hasta donde estaban hombre y viejo lobo conversando.

-!!Hey, que bien!!!, Lograste escapar amiguito!!. ¿y tu madre, está bien?- preguntó León
-¿Me conoce?- preguntó extrañado Lurkus
-Hijo el es el hombre bueno del cual les hablé ayer.
-Claro que te conozco!!. A ti y a tu hermosa madre.. Lamentablemente no alcancé a ayudar a tu padre. Al menos está viv....
-¡¡qué quiere decir!!- Exclamó desde lejos Drea, quien se incorporaba después de un largo sueño.
-Que bueno que también estés bien-Dijo complacido León.
-¡¡Por favor dígame que ha pasado con él, dónde está donde se lo han llevado!!.
-Mamá cálmate por favor, aun estás débil.
-Señora, no quisiera darle malas noticias, por lo que sólo le puedo decir que él está vivo y va camino de la Antártida a reunirse con otros como él. No le puedo decir nada más, discúlpeme por favor.

Drea se toma la cara con las manos y comienza a llorar desconsoladamente. Lurkus fue por Rea para que tratara de aliviarla mientras él y Numitor hablaban con León.

-¿Cuál es la buena noticia que me venías a contar amigo?- Preguntó Numitor al fin
-Es algo difícil de explicar. Sólo te diré que estén atentos a las señales del cielo. Desde ahí vendrá la ayuda para todos nosotros.
-¡¡Cómo es eso!!- Exclamó Lurkus
-Si por favor, explícate un poco más. Recuerda que no somos animales irracionales como todos ustedes los humanos creen. También podemos pensar y sentir. - dijo Numitor con vehemencia.
-Perdóname amigo, es que aun me cuesta a mi comprender lo que está por suceder.

León se veía muy exitado con la noticia que les iba a transmitir a los lobos y de verdad no sabía por donde comenzar.

-Tenemos muy buenos amigos allá ¿saben? -Dijo León apuntando al cielo- Hace poco algunos de nosotros lograron contactarse con ellos y ya están al tanto de la catástrofe que se avecina gracias a estos experimentos que se han estado haciendo desde hace muchos años.
-Catástrofe?- preguntó Lurkus
-Catástrofe mi joven amigo es una situación que se sale de control y que nada ni nadie podrá controlar.- explicó León mientras Numitor lo miraba curioso.
-Sabes qué sucederá- Preguntó el abuelo
-No lo sé con exactitud, sólo se que debemos estar preparados para un largo viaje
-Un viaje?- exclamó nuevamente Lurkus asustado
-Si, pero no deben temer, ellos no son como los que los dejaron transformados en lo que son ahora. Ellos estuvieron aquí antes que todos nosotros y les aseguro que saben hacer las cosas un millón de veces mejor.
-¿Podrán salvar a mi padre?- Dijo Lurkus desesperado y con los ojos llorosos
-No lo sabemos pequeño, no lo sabemos. Nos pidieron calma y que estuviéramos preparados.
-Puedo imaginar lo que sucederá- Dijo cabizbajo Numitor
-¿Qué abuelo?- Exclamó Rea, quien hacía un buen rato que escuchaba la conversación desde donde trataba de calmar a la madre de Lurkus.
-Nuestros antepasados vivieron una situación similar hace muchísimos años. Este lugar no era como lo conocemos ahora. Muchos murieron y muchos otros también sobrevivieron. Hubo mucha agua que inundó todo.
-Tienes razón Numitor. En aquella ocasión ellos, nuestros amigos de las estrellas, también vinieron a ayudarnos. Nos enviaron una gran nave donde se pudo salvar gran parte de las especies que habitaban la tierra en esos tiempos.-Dijo León muy excitado.
-¿Y qué sucederá en esta ocasión León?- preguntó Numitor
-El planeta ya no tiene recursos para seguir manteniendo a ninguna raza ni especie viva. Lamentablemente creo que en esta ocasión la nave vendrá a llevarnos a algun otro lugar en el universo.
-¡¡Pero yo no me quiero ir!!- Exclamó Rea, abrazando a Lurkus y llorando. Mientras que él, con el pecho agitado, la aferra a su cuerpo y los mira a todos aterrorizado.
-No debemos temer pequeños- dijo el anciano lobo-. Hasta ahora he confiado en este humano de buen corazón y no me ha fallado. Si el dice que vendrán desde el cielo nuevos amigos y que cuidarán de nosotros así será.
-¡¡Pero qué pasará con papá!!- Exclamó llorando Lurkus

León no dijo nada y un eterno silencio pareció rodearlos a todos con un manto de ansiedad que los hundía en una profunda tristeza.

-Yo venía a pedirles que traten de reunir a la mayor cantidad de especies que habiten por los alrededores- dijo León- tu sabes Numitor que este lugar fue creado y ha sido cuidado por ellos, nuestros amigos del cielo, y acá vendrán a buscarnos. Esa será su misión... la mía será reunir a los de mi especie.. Eso será dificil. No son como ustedes.

Terminó de decir esto y León se despidió de todos para desaparecer tras la cascada nuevamente, antes se despidió de Drea con un beso en la frente y susurrándole muy bajito
-Perdón- le dijo, mientras ella dormía.