miércoles, 22 de septiembre de 2010

12.- EL RESCATE FINAL


Los lobos que perseguían al anciano lograron por fin atraparlo y estaban a punto de matarlo cuando Remy les da la orden de que se alejaran de ellos.

-Abuelo?
-Remy?.... ¡¡Remy hijo mío!!!.. ¡¡Pensé que habías muerto!!!... ¿¿Dónde te habías metido??!!

El anciano abrazó llorando al asistente del doctor Luna mientras todos ahí observan atónitos la escena.

-Abuelo, tu me habías dicho que mi hermano había muerto junto con mi padre. -Dijo Rea muy asustada aun.
-Si hija mía, eso es lo que yo ví. Los humanos se lo llevaron a él y a tu padre y nunca más volvimos a saber de ellos.
-Abuelo!!. Me dijeron que los lobos te habían matado a ti y a toda mi familia. Me dijeron que eran todos una raza mala que debía ser castigada. - exclamó con lágrimas en los ojos Remy abrazando a su pequeña familia.

El doctor Luna no sabía lo que estaba sucediendo dentro de la cueva y sólo continuaba ciegamente haciendo que los animales y mutantes y otras razas y especies subieran en la gran nave.

Lurkus continuaba luchando con los lobos antárticos hasta que desde un rincón en la oscuridad saltó sobre él uno de ellos. Comenzaron una gran pelea. Lurkus sabía que aquel que estaba tratando de matarlo era su padre y se rehusó a defenderse. Lloraba mientras trataba de ver si él pudiera llegar a reconocerlo, pero el lobo ferozmente lo atacaba una y otra y otra vez, mordiéndolo y sacándole pedazos de piel.

Los demás animales al verlo casi muerto corrieron en su ayuda. El elefante logró alzarlo de una gran patada en el trasero tirándolo lejos. Luego se dirigió corriendo hacia él para aplastarlo pero Lurkus desde el suelo le gritó que no lo hiciera.
-No!!! por favor.. Él es mi padre- dijo soltando un suspiro y desmayándose de dolor y cansancio.

El padre de Lurkus sintió que algo se removía en su interior en el momento que otra gran luz inundaba el lugar. Era una gran nave. Muchísimo más grande y superior en tecnología que la que manejaba el doctor Luna.

Se posicionó sobre la cueva y un gran rayo bajó desde el centro de ella.

El padre de Lurkus no lograba entender qué sucedía. Su instinto le decía que debía llegar hasta donde estaba aquel igual a él que había maltratado tanto casi dejandolo moribundo. El elefante lo dejó acercarse, los demás lobos antárticos quedaron quietos cuando llegó la gran nave. Sólo Lugh se movía rapido para alcanzar a su hijo.

-Papá- dijo Lurkus con un hilo de voz.
-Hijo, si soy yo. Perdóname por favor.. No se que me pasa. Qué ha sucedido.. yo no..
-No te preocupes padre estás de vuelta- Lurkus tomó el rostro de su padre, le sonrió y nuevamente perdió la conciencia.

Los leones rojizos y negros le explicaron rápidamente que debían llegar hasta la gran nave o si no todos perecerían en aquel lugar.

Lugh, el padre de Lurkus, lo alzó en sus brazos y dando grandes pasos alcanzó a llegar al lugar.

Había un gran desconcierto y alboroto. Luna huía hacia la nave junto con muchos de sus seguidores pero León junto a otros le impidieron el paso.

-No vas a ningún lado - exclamó León- Debes rendir cuentas a tus superiores.
-¡¡Yo no le rindo cuentas a nadie!!! - Dijo con desdén el doctor Luna, intentando zafarse de quienes lo tenían tomado de los brazos pero sin tocarlo.
-Se te dió un don y no lo supiste usar para hacer el bien- Dijo uno de los "seres"
-Me dejaron aquí y me dieron libre albedrío. Asi que ¡¡¡yo podía hacer lo que quisiera!!! -replicó Luna furioso.
-El libre albedrío es una ley de correspondencia. Si lo ocupas en bienestar y bondad se te devolverá bienestar y bondad pero tu lo ocupaste para tu propio beneficio, egoismo y maldad y ¡¡¡eso es lo que obtendrás a cambio!!!- Volvió a decir la voz del "ser" luminoso que acompañaba al doctor Cano.
En ese instante él junto a los seres luminosos desaparecieron del lugar dejando un haz de luz en su recorrido.

-Ayudenme por favor!!!- Gritó Lugh al llegar al lugar
-Hijo!!, hijo!! - Se acercaba la madre de Lurkus corriendo hacia el y llorando de angustia.
-Drea?- se preguntó Lugh al verla llegar desconsolada

Drea no paraba de llorar al ver llegar su pequeño hijo casi muriendo

-¿Drea eres tu?- volvió a decir Lugh intrigado por su reciente recuperación de la memoria
-Lugh? - al fin Drea levantaba la mirada para ver quien la había reconocido- Lugh!!!. No estas muerto!!!, no estás muerto!!- Repetía sin cesar ella intentando abrazar a ambos hombres lobo.

Numitor veía emocionado esta escena cuando desde la cueva seguían saliendo más y más anímales y razas y especies que salvar. Entre ellos, a su querida nieta Rea y a su hermano Remy. El anciano lobo se sintió complacido pero temía por la vida de Lurkus y de todos los que ahí estaban ya que si había llegado la gran nave era porque el planeta ya no sobreviviría y estaría a poco de extinguirse.

Numitor logró encontrar entre el tumulto a León y le expresó su preocupación

-Por qué se demoraron tanto amigo? - preguntó Numitor
-Disculpa, estaba tratando de reunir a los de mi especie para que también logren salvarse del desastre.
-Lo lograste?
-Mi raza es muy extraña viejo amigo. Pocos acudieron al llamado. Muchos prefieren quedarse y creer que con el dinero y el poder lo tienen todo arreglado. Eso es lo que Ellos vienen a hacernos ver. Que nada de eso es importante. Aqui estoy viendo vida, amor, cariño, compañerismo, lealtad, amistad; características que lamentablemente entre los humanos no son demasiado frecuentes.
-Entonces... Perecerán?- Preguntó Numitor
-Lamento decir que si. - suspiró León mirando hacia el cielo- Hice lo que pude. Los que tuvieron oido, oyeron y están ahi arriba de esa nave que nos llevará a un mejor lugar.
-Lurkus estará bien?- preguntó angustiado el anciano observando la escena de la pequeña familia alrededor del cuerpo herido del pequeño lobo - Fue valiente y feroz en la batalla. Si no hubiese sido por él tal vez todos estaríamos muertos o peor aun, a merced de los experimentos y atrocidades del doctor Luna.
-Estará bien amigo. - dijo León- Ahora ya todo terminó. ¡¡¡Toooooodos a boooooordo!! - Exclamó feliz León tratando de ordenarlos a todos para subirlos a la gran nave.

Los padre de Lurkus lo tomaron entre sus brazos y mientras se acercaban a la nave miles de aplausos y gritos de aprobación y felicidad los rodearon haciendo que se sintieran muy orgullosos de su pequeño hijo.

Rea y su hermano iban tras ellos. Rea alcanzó a tomar la mano de Lurkus y éste sintió que una fuerte conexión ya existía entre ellos, lo que lo hizo llenarse de fuerzas abrir los ojos y brindarle una hermosa sonrisa a ella y a sus padres.

Numitor y Lugh lo seguían más atras, cerrando la gran caravana de animales y todo tipo de razas y especies que alguna vez existieron en el planeta tierra y otras tantas que fueron creadas durante todo lo que duró este gran experimento sostenido por las fuerzas oscuras del universo. Las que sólo deseaban destrucción, dolor y muerte.

-Abuelo... me podrás perdonar por todo lo que hice? - Pregunto Lugh
-Pero hijo!!. Tu no hiciste nada. Sólo eres una víctima más en todo esta historia- Respondió Numitor tomándolo de un brazo para apoyarse en él.
-¿No tienes miedo de que pueda volver a traicionarlos?
-¿Tienes miedo tu? -Devolvió la pregunta Numitor
-Si abuelo, tengo miedo. Luna va en esta misma nave. Me conoce. Sabe de mis debilidades. Temo caer bajo su dominio. !!Abuelo ayúdame!!! -Suplicó Lugh llorando casi al llegar a la entrada de la nave.
-Solo tu te conoces bien hijo mio. Sólo tu sabes cuales son tus fortalezas. Y ahora que sabes la verdad. Nada ni nadie podría engañarte. La verdad te ha hecho libre hijo, ahora depende sólo de ti continuar siéndolo.

En algun rincón de la nave Lurkus y Rea observan desde una pequeña ventana como casi en lo que dura un pestañeo se alejaron del planeta. Una vez estando tan lejos que ya era imposible divisar lo que había sido su hogar por generaciones, vieron que una gran y silenciosa luz inundaba un extremo de la galaxia y tan pronto como iluminó un breve espacio de ésta se extinguió para volverlo todo oscuro y profundo nuevamente.

El planeta tierra había desaparecido para siempre porque simplemente no lo supimos cuidar ni respetar.

11.- OPERACIÓN SECUESTRO


-¡¡Finalmente doctor Luna!!
-Finalmente qué!!. Habla pronto que estoy ocupado
-Doctor. Hemos logrado seguir al doctor Cano y dimos con la entrada!!
-Me has dicho esa mentira miles de veces. ¿Estás seguro esta vez?
-Si doctor. Yo y un grupo de mis hombres lo siguieron y están muy cerca de acá
-Mmm..Siendo asi, hoy mismo entraremos por ellos!!
-¿Hoy doctor?.
-Si, la llegada de los cazadores está lista y preparada. Vienen en camino. Esta vez no podrán escapar. Se que hay muchas especies mutantes que aun desconocemos. Serán nuestras y servirán a todos nuestros propósitos.
-Doctor, escuché por ahí que el fin está cerca. ¿A que se referían con eso. Usted sabe?
-Si querido amigo. Pronto este planeta sucumbirá y solo unos pocos saldremos de aquí con vida.
-¿Y los experimentos doctor?
-Ya están siendo embarcados en las naves que nos sacarán de aquí. Ellos serán nuestros guías en la búsqueda de un nuevo lugar que podamos los humanos habitar. Por eso necesitamos a la mayor cantidad de especies que podamos reunir!!. No sabemos cuanto tiempo tardaremos en encontrar un planeta habitable.

Al asistente del doctor Luna le costaba aun entender de qué se trataba toda esta operación.

Tenía claro, eso si, que le debía eterna gratitud ya que él lo había salvado de perecer durante la gran batalla librada hacía años atrás en donde, el doctor le había contado, que sus padres y su pequeña hermana habían muerto desgarrados por las mandíbulas feroces de los lobos que intentaban huir de la masacre.

Aquella noche llegaron en una nave los lobos antárticos que habían estado trabajando para encontrar la tan escasa agua que quedaba aun en la tierra. Entre ellos venía el padre de Lurkus. Estaba muy diferente a como se había ido. Sus ojos ya no tenía expresión, su piel estaba quemada por el intenso frío que tuvo que soportar, sus cabellos ya no tenían color. Su mente ya no pertenecía a este mundo, sólo su alma aun estaba intacta, pero dormida.

Los encargados de la misión tenían ya todo preparado y enfilaron hacia la entrada de la cascada.

Aquel día todo había estado en paz en el bosque. Numitor había logrado conseguir que gran parte de los habitantes de éste se reunieran en la cueva que les había mencionado con anterioridad León. Ahí les explicó lo que debían hacer y también que debían estar preparados porque no había seguridad de que salieran todos con vida de ese lugar ya que se sabía que al otro lado estarían esperando por ellos.

Al anochecer Lurkus continuaba sintiéndose extraño. Su cuerpo se estremecía, su cabeza y su corazón presentían que no debía dormirse así que hizo caso de sus sentimientos y se mantuvo alerta cuidando de todos.

Algunos otros lobos mutantes, leones, tigres y elefantes se unieron a su misión. Dentro de sus cabezas sentían la voz de Lurkus que les decía que debían estar atentos.

Numitor se acercó a este pequeño y extraño batallón conformado por hombres lobo, tigres anaranjados, leones de piel rojiza y negra, elefantes sin su trompa, y comprendió que el momento estaba cerca. Corrió a la cueva a decirle a los demás que estuvieran preparados.

Al otro lado de la cascada los grandes y feroces hombres lobo estaban a la espera de recibir la orden para atacar.

-Tenemos conocimiento de que los mutantes esperan ver luces en el cielo. Ellos creen que esa será la señal que los salvará.
-¿Cómo sabe eso doctor Luna?- Exclamó admirado el asistente.
-Se supone que estaba "escrito" por los llamados profetas. Asi que nosotros nos tomaremos de esas supersticiones y haremos que aparezcan efectivamente luces en el cielo y cuando hayan entrado los nuestros, la puerta dimensional será destruida para que nuestras naves puedan por fin entrar. ¡¡Ya verás!!, subirán como unos corderitos pensando que esa es su salvación!!! Jajajajajajaja- Reía fuertemente el doctor Luna con los ojos desorbitados de locura.

Cuando la luna aun resplandecía en el firmamento extraños haces de luces comenzaron a distraer a Lurkus y a sus compañeros de lucha.

Sus corazones comenzaron a latir rápidamente y se sentían desconcertados. ¿Serían esas extrañas luces las que estaban esperando?

Mientras ellos miraban hacia el cielo una fuerte explosión se hizo escuchar por todo el bosque. La cascada había dejado de existir y una inmensa jauría de lobos mutantes y hombres lobo corrían feroces en busca de su presa.

Lurkus y el pequeño batallón casi enceguecieron al ver el fuego y sentir el calor de la explosión que acababa de suceder ante sus ojos.

Todos comenzaron a ponerse muy nerviosos. ¿Donde estaba la nave?. ¿Donde estaba León?. ¿Qué era todo esto?.

Luego de la explosión un frágil silencio se apoderó del lugar. Todos los sonidos del bosque se habían acallado.

Lurkus había dicho a Numitor y a otros ancianos que no salieran de la cueva hasta que él no diera la orden de que lo hicieran por lo que al menos sabía que su madre y Rea y todos los demás estaban a salvo por el momento.

Los sentidos del tigre anaranjado, de los leones rojizos y negros y del elefante sin trompa comenzaron a volverlos locos. Sabían que algo había escondido en la oscuridad pero no lograban entender bien que era. Asi se lo dijeron a Lurkus quien hacía un rato ya los había escuchado venir y tampoco supo bien de que o quien se trataba.

Había un olor entre lo que alcanzaba a percibir que le parecía muy familiar y tuvo miedo de pensar que podría ser.... su padre. Este pensamiento lo mantuvo paralizado por algunos segundos hasta que el resto del pequeño batallón lo sacó de su estado de sopor y se puso en guardia junto a los demás.

El silencio se podía palpar y el terror terminó por casi paralizarlos cuando Lurkus y los demás vieron acercarse cientos o miles de ojos que brillaban como estrellas rojas en la oscuridad. En su interior sabían que eran los lobos antárticos.

El pequeño batallón instintivamente hizo un círculo para protegerse. Sus pensamientos fueron de inmediato hacia la cueva para decirles, de alguna forma, que por nada salieran de ella.

Lurkus aterrorizado no sabía qué debía hacer. Sólo pensaba en su madre, en Rea, en su padre... Un momento, pensó, - mi padre está aquí. Lo siento, lo percibo. ¡PADRE!

Los lobos antárticos parecieron volverse como locos ante el estruendoso grito que realizó Lurkus. Todos ellos eran padres pero no lo recordaban y esa pequeña palabra había logrado hacer que algo en su interior se descontrolara y perdieran el control de lo que iban a hacer a ese lugar.

Lurkus se dió cuenta de que algo no andaba bien con estos lobos y aprovechó la ocasión para refugiarse entre los árboles intentando alejarse lo más posible de la cueva en la que se encontraban todos los demás. Los del pequeño batallón de mutantes lo siguieron.

-Doctor, doctor qué hacemos. Los lobos parecen como locos. No responden a los estímulos!!
-Esto tiene que ser obra del doctor Cano!!- Dijo enfurecido Luna, con los ojos inyectados de rabia.
-Controla a esas bestias yo me preocuparé del resto.- dijo Luna y desapareció del lugar.

El asistente, muy nervioso, comenzó a presionar botones y a reprogramar los chips insertados en los cuerpos de los animales para intentar volver a controlarlos, mientras Lurkus y sus amigos continuaban procurar alejarse lo más posible del lugar.

Repentinamente los lobos antárticos volvieron al ataque y con más fiereza siguieron la huella del pequeño batallón que custodiaba la cueva. Lurkus podría haber huido ya que el doctor Cano había logrado con sus experimentos que su rastro nunca fuera hallado pero no pudo dejar solos a sus compañeros de lucha y junto a ellos se unió a la sangrienta batalla.

El elefante, con su gran cuerpo, empujaba lejos a los intrusos y luego cuando veía que estaban en el suelo algo heridos corría hacia ellos y con sus grandes patas los aplastaba hasta que morían. De esta forma muchos lobos perecieron. Mientras el tigre anaranjado con su gran velocidad y fuertes mandíbulas rasgaba las pieles de los lobos y luego desgarraba su carne para lanzarla lejos. Los leones rojizos y negros ágilmente se movían para despistar al enemigo y luego, cuando este buscaba entre la negrura de la noche al león rojizo, aparecía misteriosamente sobre él el león negro para atravesar con sus colmillos la cabeza y de una patada romperles el cuello.

Lurkus por su lado, luchaba con los que eran como él. Con sus puños y su gran fuerza y ligereza acabó con varios. Los científicos no pensaron que estos especímenes venían muy agotados por todo el tiempo de lucha y trabajo forzado que les había tocado vivir durante su estadía en el continente helado.

Mientras la lucha continuaba en el bosque, el asistente de Luna con su radar ultrasónico encontró donde se escondía el resto de las especies y dando aviso de inmediato al doctor Luna fueron con otro grupo de lobos a atacar y secuestrarlos a todos.

Los que se refugiaban en aquella cueva estaban completamente indefensos, situación que aprovecharon Luna y sus asistente para lograr invadir aquel lugar sin que nadie opusiera resistencia.

Una vez dentro los lobos antárticos amenazaban con gruñidos a todos los ahí refugiados mirándolos fijamente y mostrando sus fuertes colmillos.

Numitor les dijo a todos que no opusieran resistencia que confiaran que ya vendría la ayuda tan esperada pero Rea no aguantó más y junto a otros cayó al suelo de rodillas y se puso a llorar amargamente.

El asistente de Luna se percató de esta situación mientras que el grupo de lobos y científicos iban sacando a los animales, a los mutantes y a otras especies del lugar para subirlos a la nave que los esperaba a unos pocos metros del lugar.

Al acercarse a ver de donde venían los gritos para acallarlos a la fuerza si fuera necesario, sus ojos no podían creer lo que su corazón le decía. Ahí estaba su pequeña hermana Rea. Él sabía que era ella. La pequeña que el recordaba en brazos de su madre cuando fue capturado y de la cual le había contado Luna había muerto en la antigua batalla donde los lobos supuestamente mataron a toda su familia.

-Rea!!- exclamó y la levantó del suelo con ternura y emoción
-¡Abuelo, abuelo!.. Ayúdame por favor- Gritó Rea aterrorizada.
-Rea por favor, soy yo tu hermano ....¿como me llamaba?
En ese momento Numitor logra zafarse de los hombres lobo y llega corriendo hasta donde está Rea llorando tirada en el suelo atrapada por los brazos de Remy.
-Déjala en paz!!!- logra gritarle Numitor a Remy mientras con su gran bastón le da un fuerte golpe en la espalda dejándolo tirado en el suelo mal herido.


martes, 14 de septiembre de 2010

10. LA CASCADA


León despareció por donde había llegado. Atravesó las aguas que caían de la cascada y se perdió su silueta tras las rocas.

Lurkus curioso, como era, quiso seguirlo y ver qué había del otro lado pero Numitor se lo impidió.

-No hijo, no debemos traspasar esa roca. Está prohibido.
-Prohibido ¿por quien?
-Por quienes nos permitieron habitar en este bosque
-¿Y quienes fueron abuelo? - pregunto Rea
-Es una historia larga y un poco dificil de entender hija. Hasta a mi me parece extraña y no logro encontrarle sentido a veces.
-¿Nos puedes contar lo que sabes entonces por favor?- rogó Lurkus al anciano
-Si abuelito por favor cuéntanos de qué se trata.

El abuelo se acomodó bajo un frondoso sauce que dejaba caer sus ramas sobre las cristalinas aguas de aquel riachuelo formado por la cascada misteriosa. Apoyó su espalda en el tronco y cerrando los ojos comenzó a narrarles la leyenda de la tierra que ahora habitaban.

-Mis queridos niños, cuando todo esto comenzó este lugar no existía. Vivíamos cruzando aquella cascada en lo que podría llamarse "mundo real".
-¿Y todo esto no es real?- preguntó Lurkus asombrado.
-Si hijo, si lo es. Sólo que corresponde a otra realidad. Los humanos le llaman "otra dimensión".
-¡¿Qué es eso?!- Preguntó asustada Rea.
-En aquellos días nuestra especie y muchas más luchábamos por sobrevivir. Si bien unos desaparecían a causa de los cazadores otros lo hacían para llevar a cabo estos experimentos que comenzaron a realizar con nuestras vidas y asi cambiar nuestro ADN para ayudarles a ellos a sobrevivir.

El caos era total. En los bosques ya no sabiamos quien era de los nuestros y quien no. Usaban a nuestros propios hermanos para confundirnos y cazarnos. Hijos contra padres, madres contra esposos. Era una pesadilla.

Así llegó hasta nosotros León, el hombre que acaban de ver desaparecer tras esa cascada. Fuimos pocos los que presentimos que podíamos confiar en él. El resto que no lo hizo, sucumbió bajo el poder de las armas y fueron llevados lejos, muy lejos de aquí.

Cuando León se nos acercó nos habló con palabras que podíamos entender y nos explicó que debíamos seguirlo y confiar en él para lograr sobrevivir.

Debíamos recorrer grandes distancias con muchos peligros. Muchos también perecieron en esta huida. Tus padres, Rea, fueron cazados mientras intentaban llevarte a un lugar más seguro. La lucha fue intensa.

Recuerdo que tu madre te tomó entre sus brazos y te confió a mi. Besó tu frente y tus manitas con sus ojos llenos de lágrimas y se unió a tu padre en la lucha.

Pero sus armas eran poderosas. Nosotros sólo teníamos nuestros cuerpos y nuestra rapidez. Asi fue como gracias a su lucha pudimos continuar nuestra marcha hasta este lugar y sobrevivir.

Al otro lado de aquellas rocas estaba León junto a otros seres esperando por nosotros.
-¿Seres abuelo?- preguntó Lurkus.
-Si "seres", porque no eran com León. Era alguien mucho más grande que él, de tez clara, cabellos largos y blancos, con unos ojos azules profundos que le hacían a uno sentirse quieto, tibio y a salvo de todo.

Luego del primer impacto que nos ocasionó su presencia sentimos en nuestras cabezas la voz de estos seres que nos decían que debíamos atravesar aquella roca sin temor, que del otro lado estaríamos mucho mejor.

León, que estaba junto a ellos, nos miró asintiendo con la cabeza y comenzamos a avanzar. No les digo la extraña sensación que se percibe al cruzar una roca sólida. Yo al menos recuerdo haberlo hecho con los ojos cerrados y contigo en mis brazos mi pequeña niña.

Cuando estuvimos ya todos de este lado escuchamos nuevamente dentro de nuestras cabezas que debíamos permanecer aquí. Que por ningún motivo debíamos volver a cruzar la cascada.

-¡¡Pero cómo lograron cruzar ellos, los infelices que se llevaron a mi padre!!. Nosotros vivíamos felices hasta que aparecieron y se lo llevaron¡¡ y nos convirtieron en esto!!. - Gritó Lurkus llorando enfurecido y golpeando la tierra con sus puños mientras Rea lo observa triste y cabizbaja.

-Al parecer alguien al otro lado descubrió a León cruzando por otro portal.
-¿Hay más de una entrada a este lugar? - preguntó Rea
-Ahora sólo existe esta. Por la que lograron entrar y cazarlos a ustedes ya no sirve. León se encargó de eliminarla para siempre y también se encargó de quienes la descubrieron. Lo que no alcanzó a hacer fue a rescatarlos a tiempo, antes que hicieran lo que ya sabemos.

Por eso no debemos cruzar la cascada hasta que nos los digan. Es muy peligroso ya que ellos de alguna manera saben que existimos y nos continúan buscando.

Ahora debemos hacer lo que nos dijeron. Cuento con ustedes para reunir a todos los que podamos. Y a estar atentos a las señales que vendrán del cielo.

Numitor se alejó de los niños y comenzó su tarea de reunir a las razas y especies que aun pudiera encontrar con vida para rescatarlas de la amenaza que pronto se avecinaba.

Lurkus y Rea se miraron asustados tratando de asimilar toda la historia que recien habían escuchado. Rea no podía disimular su pena al recordar las palabras de Numitor cuando describió como su madre la había salvado. Lurkus logró percibir este hecho y corrió a abrazarla. Rea se sintió más tranquila en los brazos de su amigo y él ya se sentía el responsable de estas dos mujeres y el abuelo por ser el más joven y ágil de la pequeña manada.

Pronto les esperarían días terribles, oscuros. Lurkus no sabía por qué lo presentía. Sintió temor al despertar aquella mañana. Las imágenes tenebrosas que asolaron sus sueños aun no lograban salir de su memoria y sabía que debía estar alerta.